Jorge Alberto González Barillas, “Mágico”, es sin duda el mejor futbolista que ha dado El Salvador y uno de los pocos que se merecen las mayúsculas al escribir su nombre en la historia del deporte de Centroamérica.
Mágico era un jugador distinto, con imaginación como pocos, lleno de clase, regate eléctrico y excepcional lanzador de faltas, pero su carácter indisciplinado y salidas nocturnas le impidieron jugar en un equipo grande y demostrar su enorme calidad.
Jorge se dio a conocer al mundo en el Mundial de España ‘82, cuando clasificó a El Salvador por segunda vez en su historia para la fase final de un Mundial y no desaprovechó la oportunidad: deslumbró con su magia y dejó destellos de enorme habilidad con el balón. El Salvador perdió los 3 partidos de la primera fase y fue eliminado, pero Mágico entró en el once ideal del Mundial y consiguió que se fijaran en él grandes equipos como Atlético de Madrid y Paris St. Germain.
El gato al agua se lo llevó el Cádiz, que lo ficha por 7 millones de pesetas, y allí practica su mejor fútbol, se convierte en héroe, y su vida díscola, los retrasos en los entrenamientos y las juergas nocturnas le son perdonadas por la afición gaditana, rendida a sus pies. Tras 3 temporadas en Cádiz y 29 goles anotados es fichado por el frío Valladolid, donde sufrió el duro marcaje de los directivos que intentaban, en vano, frenar sus ganas de fiesta. Así, con sólo 9 partidos jugados, vuelve a Cádiz, donde es de nuevo recibido con los brazos abiertos. Juega otras 5 temporadas en el equipo gaditano, anotando 35 goles, y dejándonos en la retina regates imposibles y goles espectaculares. Son los años en los que Mágico se dedica a vivir la vida dentro y fuera del campo, contagiando a sus compañeros con su alegría, triunfando en la Liga española y llevando al modesto Cádiz a sus mejores puestos históricos en Primera.
En 1991 vuelve a casa, tras 2 años de debacle personal y profesional, producidos por una acusación de violación de la que finalmente fue absuelto. A pesar de todo, resulta muy afectado profesional y personalmente por este hecho, y abandona Cádiz para jugar en la débil liga salvadoreña, en el Club Deportivo FAS, donde permanece hasta su retirada en el año 2000.
Mágico fue uno de los mejores, ídolo en El Salvador y en Cádiz, su dogma fue hacer siempre lo que quiso, en el campo y fuera, y hay que reconocer que al menos dentro del campo lo conseguía. Maradona dijo de él que era uno de los dos mejores regateadores que ha visto, junto con Onésimo, pero podía haber sido mucho más de no ser por sus excesos y su falta de profesionalidad, él mismo admitió: “Reconozco que no soy un santo, que me gusta la noche y que las ganas de juerga no me las quita ni mi madre. Sé que soy un irresponsable y un mal profesional, y puede que esté desaprovechando la oportunidad de mi vida. Lo sé, pero tengo una tontería en el coco: no me gusta tomarme el fútbol como un trabajo. Si lo hiciera no sería yo. Sólo juego por divertirme”. Quizá si hubiera vivido como los demás habría llegado más lejos, aunque probablemente no le llamarían “Mágico”.
Aquí van algunas de las joyas que “El Mago” nos dejó.